martes, 15 de octubre de 2013

Esto de estar en el paro

Ayer participé en una actividad de Barcelona Activa. Una de esas cápsulas para conocerse mejor y obtener estrategias para salir cuanto antes de este atolladero. En estas sesiones, siempre hay un momento de terapia social, en el que los participantes de la sesión dejan ir su angustia y entre todos se llega a la conclusión que lo que uno vive, el otro lo lleva igual o peor. 
Todo el mundo en estas circunstancias adolece del mismo sentimiento de frustración, de desesperación y de incertidumbre. Sentimientos que tienes al ver que las oportunidades no salen, que el tiempo pasa y que no ves cuando narices vas a volver a tener la oportunidad de demostrar lo que realmente vales. 
A esto se suma esa especie de estigma que llevamos los que ya empezamos a ser parados con muchos meses a nuestras espaldas. Estigma que se traduce en que cuantos más meses pasan, más inútil y desenchufado te sientes. En que a veces te encuentras personas que al saber que sigues en el paro te miran con cara de "¿Todavíaaa?", como si a ver si no va a ser el mercado o las oportunidades sino tu que eres tonto. 
Y de tonto no tengo un pelo.
Lo de estar en el paro es como tener depresión: Quien no lo ha padecido no puede hacerse a la idea de lo que es. 
Sin embargo, de la sesión me llevé un par de momentos importantes. En uno de ellos, la formadora nos animó a no sentirnos mal por estar en el paro. ¿Orgulloso de estarlo? ¿Y por qué no? Esto pasará como pasan las tormentas y de cada momento de la vida se aprende, se lleva y se supera. ¿Me toca vivirlo? Pues lo vivo y en paz! Sí, es un problema y te llena de problemas, te limita y te deja suspendido en el aire por no sabes cuánto tiempo. Pero, como dice un amigo, "no olvides que todo problema es una oportunidad". 
Otro interesante momento fue cuando alguien dijo: 
"La gente se esfuerza por presentarse por lo que hace, no por lo que es. Cuantas veces te encuentras con personas que te dan la mano y dicen "Hola, Soy María y soy Psicóloga." o "Soy Pepe y soy Técnico Informático". No, perdona, eso es a lo que te dedicas ahora. Tu ocupación actual, que mañana puede ser otra. Que mañana, puede que no sea. Pero ese no eres tu. Tu eres la persona que hay detrás."
Puede que esto sea algo sencillo y evidente, pero es verdad. Uno vale por lo que ES y no por aquello a lo que se dedica.
Ambas cosas me decidieron a escribir, por primera vez, un post sobre esto de estar en el paro.  
Primero, porque no me tengo que esconder ni sentirme mal porque siga estando en esta situación. Como todo en la vida, es una circunstancia y las circunstancias nunca llegan para quedarse. Sí, la verdad es que me gustaría que ya se hubiera largado hace tiempo, pero arrinconándome y compadeciéndome no voy a conseguir nada. Sé que cada día, en cada empeño, en cada paso que doy, está más cerca dejar atrás esta etapa. 
Pero además, lo realmente positivo de este periodo es que he aprendido a conocerme como creo que no me había conocido antes. En etapas así, en las que todo a tu alrededor se detiene, la catarsis interna es de tal calibre que te salen las crisálidas por cada poro de la piel. Deseo con todas mis fuerzas no equivocarme en mis pronósticos, pero creo que después de esta etapa, no voy a ser el mismo en mi vida. Me estoy construyendo a mejor. 
Y cuando digo esto no me refiero exclusivamente en lo profesional. Evidentemente, ocupo mi tiempo en formarme, en aprender cosas nuevas, en reciclar las anteriores, en abrir caminos y opciones nuevas, en pensar como prepararme para los cambios constantes que existen ahí fuera. Profesionalmente, conozco mi valía, mi talento innato que va más allá de mi experiencia. Soy un todo-terreno con espíritu urbanita y con miradas de futuro. Dime qué quieres que haga y sé que lo haré. Dime qué tengo que aprender y sé que lo aprenderé. Dime a donde quieres que vaya e iré. No quiero parecer pedante, simplemente estoy orgulloso de mi.
Sobre todo, me refiero a que, en lo personal, me he puesto a prueba y he salido airoso de ello. La vida no para de darme bandazos, pero me niego a rendirme ante ellos. 
Durante todo este tiempo he aprendido muchísimo. Como ser humano. 
He aprendido a observar, a entender y a valorar. He aprendido a saber qué es lo que más me importa de todo lo que me rodea. He aprendido a quererme y respetarme como persona. He aprendido a querer a raudales, sin miedo y sin medida. He aprendido a creer en las personas. He aprendido que soy generoso y paciente. He aprendido que ayudar es la mayor recompensa. He aprendido a ser más tranquilo. He aprendido a adaptarme. He aprendido que tengo unas cualidades que hasta ahora no me había visto. He aprendido a defender lo que parecía imposible. He aprendido que no todo es exacto. He aprendido que hay formas diferentes de hacer las cosas. He aprendido que no todo está tan mal. 
Y he descubierto la maravilla donde antes tenía temores. 
He madurado y he madurado mucho. Ahora no temo ni a mi edad ni a mi momento. Ahora sé lo que quiero para el resto de mi vida. Ahora sé que puedo hacerlo y que puedo serlo. Ahora entiendo lo que puedo esperar y lo que no. Ahora entiendo muchas cosas que antes no entendía. Ahora tengo aspiraciones que antes no contemplaba. 
Y ahora sé que cada día es una victoria. 
Niego el fracaso como opción de vida. Caerse abre un nuevo camino para llegar a la cumbre. Y si no llego por la cara norte, llegaré por la cara sur. Pero llegaré.
Como decía mi amigo, quiero pasar de lo que dirán a lo que digo yo. De lo que piensan de mi, a lo que pienso yo. Quiero crear para ser libre, para ser realmente yo. Porque sólo cuando eres tu, puedes cambiar.
Sí, estoy muy orgulloso de ser quien soy, como soy y de cómo me van las cosas. 
En mi vida y en mi futuro, me repito esta frase como un mantra: 
Lo voy a conseguir.

martes, 1 de octubre de 2013

Lo que te sostiene

Todo en la vida cambia y evoluciona. Si ponemos empeño, cambia hacia caminos que podemos desear, planear o prever. Pero también hacia senderos que nos sorprenderán por imprevistos. Nada se está lo suficientemente quieto. 
En ocasiones, nos gustaría que las cosas no se movieran de donde están. Se convirtieran en instantáneas fijas. O quizás, en vídeos reproducidos en bucle. Porque nos sentimos bien viviendo en ellos. No queremos que nada cambie. Son esos momentos que hemos logrado conquistar. 
Pero la vida cambia y las circunstancias más. Y pobres de ellas que no lo hagan. Todo cambia y en la fuerza natural que está en cada uno de nosotros, existe el modo de paliar el daño que nos produce que una circunstancia que no nos gusta se decida a apedrearnos. 
La vida es esto. 
Obviamente, la vida tiene muchas otras cosas que no forman parte del objeto de esta entrada de blog. Pero la vida, innegablemente, es adaptación y superación del cambio. 
Nosotros decidimos cómo tomamos nuestras decisiones, con el mejor conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos. Es así. Somos nuestro dios y nuestro demonio, nuestro fiscal y nuestro defensor, nuestro mayor apoyo y nuestro peor impedimento. 
Pero creo que solos, solos, lo que se dice solos no podemos enfrentarnos a nada nunca. 
Todos tenemos alguien o algo en qué sostenernos. Puede que sea algo pequeño y fugaz, como la sonrisa de tu hijo, la llamada de un hermano, el chiste de un amigo, un whatsapp de grupo, una escapada a la montaña, la sonrisa que te provoca quien sabe provocarte, una caricia de tu pareja. En fin, miles y miles de cosas. Puede ser algo o puede ser la combinación de muchas. 
En mi caso, lo que me sostiene es el amor incondicional  de las personas que me rodean y que me aman sin medida. Y con "sin medida" me refiero a que la única condición que me ponen es que les enseñe quien soy de verdad. 
Así que lo único que puedo hacer y me propongo hacer es devolvérselo con la misma intensidad. Y eso me da la paz. 
Me he convertido en un coleccionista de gestos. De esos gestos con los que eres obsequiado sin pedir nada a cambio. De esos gestos, que te hacen creer que la única maldad humana es la que se ve por el televisor. Gestos de las personas que te ofrecen quienes son para darte cobijo. 
A veces la gente me tiene por una persona fría, callada, reservada, distante, tímida e impasible. Como si viviera escondido en un témpano de hielo. 
Quizá no saben, que tengo una cámara fotográfica por alma y que, por recovecos de mi mente, guardo álbumes enteros de fotos, con momentos e instantes en los que un gesto, por pequeño que sea, me ha llenado el corazón. Y esa alma fotográfica ama con ardor a todos aquellos que me aman. Si llegué a ser un hombre de hielo, hace tiempo que me descongelé.
Los que me quieren es lo más valioso que tengo y es lo que me sostiene. 
Creo que cada uno tiene que encontrar aquello que le mantiene en pie. Cada cual sabrá que es, pero sí creo que en todos los casos se debe cumplir una condición: Lo que te sostiene vive en el presente y es futuro. Nada que haya quedado en el pasado puede sostenerte ya. 
Lo que te sostiene te da la fuerza que necesitas y que, unida a la tuya propia, te impide caer y te hace indestructible. 
Lo que te sostiene te abraza.
Estos  días he recibido muchos abrazos físicos, virtuales, mentales, por mensaje, de voz. A todos los que estáis ahí, que sepáis que estáis en mi álbum de fotos. 
Y he visto abrazos por todas partes, por las calles, pintados, garabateados, en imágenes, en vídeos musicales. 
De éstos últimos me quedo con éste, que expresa perfectamente lo que os quiero transmitir.
Dibujo de Ricardo Siri Liniers