viernes, 31 de agosto de 2012

Feliz Año Nuevo

Las lluvias de finales de Agosto, traen los primeros avisos del final del verano. 

Cuando ves llover en Agosto, sabes que queda poco para guardar las cremas, los aftersun, meter los bañadores en la caja donde guardas la ropa de fuera de temporada y hacer esa lavadora exclusiva con las toallas de playa. Desnuda o desnudo, revisas tu moreno frente al espejo del baño antes de la ducha y, con alegría o pesar, compruebas si el objetivo se ha cumplido o no. 

En ese momento, te das cuenta que ha llegado el momento. Ese en el que te desprendes de tu verano y regresas a Tu Resto del año. 

Es una época parecida a fin de año. Nos proponemos retos que estamos seguros que vamos a cumplir y a perpetuar en el tiempo. En algunos casos, el reto está en asegurar que todo continúa como hasta ahora. Que nada se altera y que haremos lo que sea por evitar que una pata de la mesa se nos rompa. En otros, la búsqueda está en hacer que las cosas, las preferencias, los quehaceres, los miedos, los sueños y todo aquello que tengamos danzando dentro de la mente, den la vuelta y se pongan a caminar en el sentido contrario a dónde van y que es a ninguna parte.

En lo que a mi concierne, mi reto mayor está en hacer que Mi nuevo Resto del año sea diferente al de este largo verano. Y que no solo consista en mudar la ropa y cambiar sandalias por zapatos. 

Algo me dice, que se acerca el momento en que las cosas van a empezar a cambiar. 

En todo. 

Evidentemente, el camino puede ser largo. Pero he de concienciarme de que va a ser así. La ilusión es lo último que estoy dispuesto a perder.  

Cuando te encuentras en situaciones en que todo se detiene, te das cuenta que vives rodeado de sueños. De sueños por cumplir y de sueños rotos. Los primeros, si los sabes administrar en el tiempo, probablemente te esbocen horas de incertidumbre y de alegrías. Y poco a poco, irán formando capítulos de tu historia. A los segundos tienes que aprender a sedarlos con rapidez antes de que te partan el alma. Y ya se sabe que no hay nada más difícil de coser que un alma rota. 

Hoy sé que, de nuevo, tengo que emprender caminos solo. Desplegar mis mapas y detallar los senderos a seguir. Hoy sé, que no puedo seguir estando quieto. La calle es un lugar yermo sin el sonido de mis pasos. Las horas parecen botellas vacías. Los días se fotocopian y las noches se ahuyentan unas a otras. Pero todo al final, se va. 

Nuestras vidas son pequeñas ciudades en miniatura. Construimos sus casas y sus calles, urbanizamos terrenos nuevos y nos dotamos de equipamientos que nos hagan nuestra vida más cómoda. De vez en cuando nos cambiamos de gobierno y donde antes nos movíamos para un lado, luego lo hacemos para el otro, pero siempre con un sentimiento de bien común más o menos acertado o equivocado. Si cerramos los ojos y miramos bien, nos veremos a nosotros mismos entrando en esas pequeñas casitas. En unas llevaremos nuestras vidas ordenadas, en otras seremos un jodido desmadre. Pero en todas nos reconoceremos a nosotros y al hacerlo, nos daremos cuenta de cómo queremos vivir y de cómo, de tanto en tanto, necesitamos abrir las puertas de nuestras pequeñas casitas y salir al exterior. 

Hoy sé que hay que salir a encontrar futuros nuevos que se entrelacen con presentes ya existentes. 

Hoy sé que tengo que abrir la puerta y salir de mi pequeña ciudad en miniatura. 

Y creo que Tú, como quiera que te llames, estás destinado a hacer lo mismo.