domingo, 27 de mayo de 2012

Aprender

Escribir es como cocinar. El día que te pones y te sale bien, acabas satisfecho con el resultado, disfrutas con lo que has cocinado, te pegas una buena siesta y piensas que tienes que repetirlo. Sin embargo, el común de los días terminas calentando en el microondas, algo rápido y sin complicaciones.
Pensar si tienes algo que decir es más o menos eso. Cuando te pones no sabes muy bien cuál va ser el resultado, pero lo que más te inquieta es preguntarte por qué demonios lo haces. Yo creo que cuando escribes en un espacio como éste, un blog, y no lo haces para explicar tus recetas preferidas o colgar las fotos de tus salidas de fin de semana, por ejemplo, lo haces porque necesitas un espacio de catarsis donde vaciar todo o parte del intrincado fluido que se administra por tus entrañas.
A veces ese fluido te impulsa y otras te oprime.
Necesitas lanzar al aire aquello que te inquieta o que te anima para hacer partícipes a quienes te leen de tu momento vital y pero sobre todo, por la quimera de recibir un eco que te diga “sí, compañero, a mí también me pasa”.
Últimamente, por ejemplo, me he dedicado a recopilar motivos por los que ir aprendiendo un poco cada día sobre lo que es formar parte de la Humanidad. Los resumiría brevemente en los siguientes lemas:
-     El único talento válido en esta vida es la capacidad de amar.
-     Nunca te preocupes por lo que los demás digan o piensen de ti porque no tiene absolutamente nada que ver contigo.
-     Una de las cualidades más bonitas en una persona es que, aunque haga mucho tiempo que no la ves, no te haga reproches.
-     Es imposible que seas como los demás quieren que seas. Dado que solo es posible que seas como honestamente quieres ser tú, te amarán por eso.
-     Abrir puertas hacia los demás es tan sencillo como empezar por un “Hola”.
-     Cuando los deseos o cualidades los convertimos en exigencias irrenunciables, es cuando aparecen los problemas, las tensiones, las lejanías. Y nos olvidamos de lo que verdaderamente importa (Ver punto uno).
-     Pase lo que pase en la vida, mantén siempre tu paz interior.
Pues sí. Los humanos nos pasamos la vida desgastando nuestras energías en querer saber y comprender como nos ven y nos valoran los demás, en reprocharnos salvajemente cosas sin valor, en querer que los demás sean como queremos que sean y nos olvidamos que lo único importante es cómo nos quieren y cómo queremos nosotros.
Me esfuerzo cada día en querer y en valorar con admiración, detalle, deleite y gratitud, las demostraciones que en el mismo sentido hacen las personas con las que comparto momentos que construyen mis sensaciones, sentimientos y recuerdos. Me esfuerzo por abrirme a los demás y por vencer el miedo a nuevos colores. No siempre consigo lo que quiero, no siempre acierto, pero he llegado a ese tipo de conclusión que te lleva a creer en el intentar más que en ganar o perder. Lo mejor que puedo hacer por mi crecimiento es quitarme fronteras y pedirlo todo.
A veces te equivocas. A veces hay cosas que no encajan. A veces parece que estás y no estás. A veces la torpeza te hace de apuntador. A veces fallas. A veces simplemente no tienes lo que los demás demandan.
Pero no hay nada más aburrido que la perfección. Me decepcionaría mucho pensar que existe.
Es como darse por vencido en algo. Me niego  renunciar a algo en lo que crea, sienta, quiera y forme parte de mi existencia. Sólo puedo mejorarla y llevarla hacia delante.
La fortaleza de lo que vives está en lo que lo impulsa.
Punto uno.